Os quiero contar algo acerca de un pueblecito, bueno, una alquería llamada Avellanar. Es tan pequeña que sólo tiene una calle. Los coches entran hasta el "volvedero", donde como su nombre indica, hay que darse la vuelta. Es un lugar precioso perdido entre montañas, en plena naturaleza. Allí reina el silencio, se puede escuchar el canto de los pájaros y el agua al bajar por la torrentera que hay al lado de la casa. En la hora de la siesta, en verano, mis primos y yo nos vamos al arroyo y cojemos pececitos con cosas que inventamos, como botellas con pan dentro, o lo que podemos. Luego, los volvemos a soltar al arroyo. A veces, jugamos al escondite, a explorar, o vamos a casa de nuestro amigo Dani a jugar con juegos de mesa. Y por supuesto, lo mejor son las piscinas naturales, donde lo pasamos genial.
Adiós.
